Crónica de la ciencia Miguel Ángel Sabadell
La gota de agua de la Expo
Estamos a poco más de dos semanas para la inauguración de la Expo de Zaragoza. Uno de sus edificios más representativos es la Torre del Agua, de 76 metros de altura. En su interior alberga una escultura de 23 metros, "Splash", que representa la salpicadura de una gota de agua. Pero lo mejor es la planta de este edificio de cristal, que dicen que representa el perfil de una gota de agua. Y ahí está lo extraordinario: no es cierto que sea una gota.
¿Cómo son las gotas de lluvia? La imagen que cualquiera de nosotros tiene en la cabeza es la misma que plantea el arquitecto autor del proyecto, Enrique de Teresa; una imagen repetida en dibujos y cómics: la forma de lágrima. Se puede decir más alto pero no más claro: una gota de agua no tiene forma de lágrima.
Si es pequeña tiene forma esférica debido a una fuerza de cohesión que aparece entre las moléculas de agua y que recibe el nombre de tensión superficial. Es una fuerza intermolecular las obliga a mantenerse unidas e impide que cada una se vaya a vivir su vida. En el caso de que la gota sea grande la parte inferior es plana y la superior algo redondeada. Una forma tan poco atractiva es debida a que la lluvia cae por el interior de otro fluido, el aire. Aquí la tensión superficial no es suficiente para mantener la forma esférica ante el efecto de otras fuerzas, como el rozamiento con las moléculas del aire.
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